lunes, 23 de noviembre de 2009

UN CUENTO

UN CUENTO DE HADAS
(Dedicado a Noé Monárrez)

Este es un cuento de hadas, el cual muchas princesas les encantará oír, y a los guerreros les hará rugir el corazón, es una historia, que ha pasado y pasará de generación a generación y seguramente hará sonreír a muchos, recordar a otros y anhelar un corazón a otros pocos.
Érase una vez una princesa que vivía, protegida por su Padre el Rey en la aldea más hermosa de todas, hermosas flores, gran riqueza, sabiduría, justicia, paz, gozo, había siempre un ambiente fresco que respirar ahí. Alguna vez, en alguna de las fiestas de palacio, la princesa conoció a varios príncipes que venían de reinados de alrededor. Unos eran amables, otros eran guapos, otros más sabios, otros más hablaban mucho ustedes saben, de esos príncipes que se encuentran por aquí y por allá, de diversas personalidades y con diferentes deseos en su corazón. Pero esa vez, la princesa vió a uno que dejó su corazón palpitando, desgraciadamente, era tanta la gente, que no tuvo contacto alguno con el. Lo que si estaba segura, es que a pesar de la distancia, los dos lograron contactar su mirada, y fueron los 10 segundos más largos, que parecían horas. Terminó la fiesta, y aún el recuerdo de esa mirada se quedó en el corazón de cada uno, sin embargo, no supieron sus nombres ni que tan lejos se encontraban el uno del otro.
Pasaron los años y cada quien hizo su vida, entre clases de pintura, música, lectura, biblia, geografía, los dos fueron creciendo en sabiduría y conocimientos.  Llegó el momento en que casi ya no se recordaban, más si soñaban con esa mirada que duró lo suficiente como para refrescar sus mentes.  Un buen día, la princesa que era traviesa, risueña con sueños e ilusiones, pidió a su padre que la enviara a otro reino para aprender un poco más de música, aunque fuera esto, mero pretexto para que su corazón aventurero saliera a explorar otros mundos y otros paisajes para plasmar en sus dibujos y también en sus composiciones musicales.
El gran Rey, se rehusaba al principio en dejar salir a su niña de su reino, pero ella era tan insistente que el accedió a enviarla bajo su bendición y cobertura. Ella salió decidida a conquistar con su bella sonrisa otros mundos. Y así fue, llegó a ese nuevo mundo del que tanto le habían hablado, aquél en donde las pinturas de varios artistas parecían salirse y danzar alrededor de las personas que los contemplaban. Ella comenzó diligentemente sus clases de música y pintura. Pero este nuevo reino estaba un poco lejos de casa, y el contacto que tenía con su Padre era poco, y a veces el dinero y los mensajes se tardaban en demorar. Sobre todo porque una guerra comenzó a suscitarse entre los límites de estos dos reinos. Esa vez, el mensajero que había enviado el rey a su hija, sufrió un contratiempo, el estado del tiempo era difícil y el mensajero había enfermado y perdido su rumbo entre la tormenta y la guerra. Así que la princesa, pensó que su papá se había olvidado de ella, estaba muy triste porque no sabía nada de su padre y se sentía sola, extrañaba su casa. Estaba próxima a terminar su curso, y quería hacerle saber al rey que terminaría su curso y regresaría a casa. Así que aquella tarde que terminó su tiempo en el reino, ella esperaba que alguien la recogiera para llevarla a casa, pero se vió sola y tan solo esperando. Comenzó a caer una gran tormenta, y la princesa se encontraba caminando bajo la lluvia, como si fuera una plebeya. ¿Quién la reconocería así y la pudiera llevar a su casa? Ella caminaba y caminaba esperando al mensajero de su padre, la tormenta era cada vez más fuerte y parecía que todo se derrumbaba en aquel reino.  Cuando se daba ya por vencida y sus ojos se llenaban de lágrimas, apareció una sombra que gentilmente le brindó una mano y una sombrilla. A través de ese gesto, ella sólo pudo sentir la mirada de aquel hombre, y reconoció en esos ojos, las horas de contemplación de años atrás. ¡Sí! Era aquel príncipe encantador (ese que se están imaginando) el que le brindaba protección y parecía que era su refugio en aquella tormenta. Su carreta, se había descompuesto una cuadra antes de donde la princesa estaba llorando bajo la tormenta. Así que él la vio desde ahí y quiso ayudarla. La llevó rápido a un lugar seguro ya que estaba mojada y con frío. El ofreció llevarla a su casa. Así que enviaron otra carreta por ellos, y la llevó a su casa, en medio de la guerra y la tormenta. En el camino, comenzaron a platicar y sobre todo, recordaron aquel momento en que sus miradas coincidieron y se enamoraron sus corazones.
Este príncipe, llevó a la princesa a su casa con el gran Rey, el cual, estuvo agradecido por poder tener de regreso a su hija. Ella le contó lo bueno que había sido el príncipe con ella y …. Bueno, el final ustedes podrán imaginarse cual es….
FIN

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